Árbol de Garoé
La leyenda del árbol de Garoé, de la isla del Hierro, habla de un árbol sagrado que poseía tantos guácimos que abastecía a toda la isla con el agua que recogía capturando brumas… (+)
Guácimo 1, serie Árbol de Garoé
Técnica mixta sobre lienzo
100x100cm
Guácimo 2, serie Árbol de Garoé
Guácimo 3, serie Árbol de Garoé
Guácimo 4, serie Árbol de Garoé
Guácimo 5, serie Árbol de Garoé
Guácimo 6, serie Árbol de Garoé
Guácimo 7, serie Árbol de Garoé
Guácimo 8, serie Árbol de Garoé
Siempre me ha fascinado la lluvia. Un conjunto de discontinuas líneas líquidas que rellenan un espacio/atmósfera al precipitarse sobre la tierra.
Indagando sobre estas líneas discontinuas descubrí la llamada «lluvia horizontal».
Esta denominación, se utiliza para definir a la bruma. En la bruma, las gotas de agua no son lo suficientemente grandes como para que la fuerza de la gravedad las haga precipitarse y se conformen como líneas, como es el caso de la lluvia.
En la isla de El Hierro, en Canarias, ante la escasez de lluvia, recogen el agua de la niebla. Antiguamente, esta bruma era destilada por las hojas de los árboles y acumulada en huecos de éstos denominados guácimos.
Los guácimos o agujeros en los árboles que condensaban este agua, eran de propiedad privada y se transmitían de padres a hijos. Eran tan preciados que se penalizaba su descuido con pena de confiscación.
El árbol de Garoé, se dice que poseía tantos guácimos que abastecía a toda la isla con el agua de las brumas que capturaba. Este sagrado árbol era famosos por salvar a los primeros pobladores de El Hierro, los bimbaches, de morir de sed. En el S XVII, un huracán lo derruyó y fue sustituído por un tilo.
A través de la investigación y del encuentro con historias y mitos, tras reconocer los elementos que ofrecían la unión de hombre y natura, he generado una respuesta y ocho, y al fin y al cabo, un grupo, un conjunto cerrado. Todos son el mismo cuadro, un intervalo continuado sin final y sin principio, puede que quiera suplantar el origen, para adaptarlo a sus formas, pero sin duda todo ello es unicidad, y en esta se inscribe la idea de este mito.
Sofia Idoia García Chávarri